La finca en marzo: la poda

La correcta maduración de la uva depende en gran medida de este proceso

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La viña es una liana que, abandonada a ella misma, adquiere un gran desarrollo. Ese desarrollo salvaje hace que la planta produzca más madera que fruta, lo que hace que la uva sea irregular y de calidad mediocre. Un defecto que se corrige mediante la poda.

La poda es el proceso que evita el descenso de la calidad del fruto. Consiste en eliminar los sarmientos, algunos de manera completa y otros, sólo de manera parcial. Se trata de un trabajo fundamental y que debe desarrollarse con cuidado y planificación. Una correcta poda determina tanto la longevidad de la planta como la calidad de la producción, por eso es básico controlar el proceso para que, por un lado, se armonice la producción y el vigor de la cepa y, por otro, se ralentice el envejecimiento de la planta al tiempo que se contiene su desarrollo dentro de un espacio adecuado.

El número de yemas por cepa determina el delicado equilibrio del vigor de la planta. Dejar un exceso de yemas provocará una cosecha excesiva y, por tanto, la uva no alcanzará la maduración necesaria. Por el contrario, una poda demasiada severa se traduce en un exceso de vigor que favorece el crecimiento de la vid, lo que también afecta la maduración de la uva. Conseguir ese equilibrio en la poda es, por tanto, una tarea complicada pero fundamental para obtener frutos capaces de alcanzar un perfecto estado de maduración.

En Dehesa del Carrizal los trabajos de poda se realizan al final del mes de diciembre y continúan hasta las primeras semanas de marzo. Existen varios sistemas de poda, y cada uno de ellos es adecuado para un tipo de producción. En Dehesa del Carrizal se emplea el sistema ‘Cordon Royat’. En este caso la cepa se presenta con un tronco de unos 80cm de altura y dos brazos (todo en el mismo plano) donde se deja entre ocho pitones de dos yemas, cuatro en cada brazo. Este sistema permite un buen reparto de la producción en el espacio y una cosecha de cantidad baja pero razonable al utilizar las yemas de la base del sarmiento formado el año anterior, que tiene una fertilidad baja. Los sarmientos podados se dejan en el suelo y se trituran para que, con el tiempo, aporten materia orgánica al suelo.

A terminar la poda, y antes de la brotación, se revisa la estructura de la espaldera. A veces es necesario reemplazar unos postes usados por unos nuevos, cambiar y tensar alambres, etc. Es también una tarea de gran importancia ya que la estructura debe ser lo suficientemente firme para soportar la vegetación (brotes, hojas, racimos) de la próxima temporada, al tiempo que permite repartir la canopia y los racimos de manera que se optimicen los procesos de insolación y ventilación de la uva, dos factores naturales que aseguran una buena maduración del fruto.

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