La fase visual es muy relevante dentro del proceso de cata de vino
Y es que solamente mirándolo en la copa –antes de llegar a probarlo- podemos conocer muchos datos como su edad aproximada, su estado o incluso su gradación, que confirmaremos en el proceso completo de la cata. Pero ¿qué vemos cuando miramos el vino?
En primer lugar, mirando la copa veremos si el vino tiene pequeñas burbujas de carbónico. Esto únicamente debería producirse en el caso de que nos encontremos ante un vino blanco joven, pues hace referencia a su reciente fermentación.
Además, es muy importante reparar en su transparencia o limpidez. Para obtener esta valoración adecuadamente hay que poner la copa ante una luz y, a poder ser, sobre un fondo blanco. Así, podremos comprobar si el caldo está turbio o transparente. En caso de que esté limpio sabremos que está en buen estado y que ha superado los procesos de filtración adecuados. Eso sí, es importante no confundir las partículas suspendidas en el vino -que valoraremos en este proceso- con los posos, indicativos en la mayoría de los casos de edad.
Otro de los puntos clave de la fase visual de la cata es el análisis de la fluidez del vino, es decir, de su densidad, factor directamente relacionado con la gradación alcohólica. Esto se debe a que la densidad depende del glicerol, un elemento que se forma durante la fermentación alcohólica y que está ligado a la producción de etanol. Por lo tanto, a mayor grado de alcohol, mayor densidad.
Por último, aunque no por ello menos importante, en la fase visual de la cata se analiza el color del vino, que vendrá determinado por aspectos como la edad o la variedad de la uva. A la hora de centrarnos en el color, tendremos en cuenta tanto el brillo como la intensidad y el tono.
En el caso de los vinos tintos encontraremos una amplia gama de colores, desde el rojo al granate, el púrpura, tonos teja o el negro. Así, cuando movamos la copa sobre un fondo blanco e iluminado veremos los ribetes del vino, que se moverán en tonalidades púrpuras y moradas en el caso de los más jóvenes y anaranjadas o teja cuando analicemos un vino de mayor edad.
Por lo que respecta a los vinos blancos su gama de colores se mueve entre los amarillos, dorados, ámbar e incluso verdosos. También podremos determinar su edad en función de su color, pues cuando nos referimos a un vino joven sus tonos son más pálidos, volviéndose más amarillentos o ámbar en los de mayor edad.
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