Algunas de las frases más escuchadas sobre la cultura del vino son realmente desafortunadas. Es cierto que las hemos escuchado un millón de veces, pero no por eso quiere decir que sean correctas. Todo lo contrario. Por eso, cuando hables de vinos, es mejor que no utilices determinados tópicos. Aquí te explicamos por qué:

‘El tinto se sirve a temperatura ambiente’. Depende. Si la temperatura ambiente son 32ºC, pues como que no. No olvides que el vino es zumo de uva fermentado y, por tanto, fruta. Por eso una temperatura fresca lo hará más agradable en boca. Si el ambiente está a 24ºC, no debes servirlo a temperatura ambiente. Lo habitual es que los vinos se sirvan entre los 10ºC y los 18ºC, dependiendo de cada vino. En cualquier caso, en la etiqueta de la botella suele aparecer la temperatura recomendada de servicio.

‘El blanco, cuanto más frío, mejor’. No. Cuanto más frío, no. Una cosa es que los blancos suelan servirse más fríos que los tintos y otra es que haya que servirlos casi congelados. Los vinos blancos, como los tintos, tienen una temperatura recomendada y servirlos más fríos es un error: los aromas pierden expresividad y fuerza.

‘Un reserva tiene más calidad que un vino joven’. Error. La calidad de un vino no depende de sus años. Un vino joven puede tener una enorme calidad y un gran reserva puede ser un vino del montón. La barrica aporta unos sabores y aromas que los vinos jóvenes no poseen, pero eso no quiere decir que un reserva sea, por definición, mejor que un vino joven. Si buscas calidad, no te fijes tanto en la edad de los vinos, sino en su proceso de elaboración. En este sentido, apuesta por los vinos de pago.

‘Un vino caro siempre es mejor’. Tremendo error. Hay vinos excelentes a precios muy asequibles y vinos normalitos que cuestan un ojo de la cara. Si crees que los vinos muy caros siempre son los mejores, te recomendamos dos cosas: la primera, no digas esta frase en voz alta. La segunda, prueba más vinos.

‘Los mejores vinos son los que se elaboran con uva autóctona’. No. Una gran uva es el requisito fundamental para obtener un gran vino, pero eso no quiere decir que la uva deba ser autóctona. Lo fundamental es que la variedad esté perfectamente adaptada al suelo y clima, independientemente de si es autóctona o se ha introducido desde otras regiones. Lo que realmente importa de la uva es su calidad, no su origen. En la calidad de un vino influye mucho más que la vendimia se haga en el momento exacto de maduración de la uva y el respeto por la tierra que el hecho de que la uva sea autóctona o foránea.