Higiene, control de material y ritmo constante, los factores claves
En la elaboración de un vino de calidad intervienen multitud de procesos, todos ellos con gran importancia en el resultado final. Sin embargo, hay un proceso que precisa, quizás por encima del resto, una atención especial: el embotellado.
¿Qué hace tan especial este proceso? Hay que tener en cuenta un detalle fundamental: una vez que se ha embotellado, el enólogo ya no puede intervenir más en la elaboración del vino. Por esta razón se trata de un proceso decisivo, del último paso antes de que el producto llegue al consumidor final. Si se realiza de manera errónea, puede echar por tierra todo el trabajo anterior. Por el contrario, un correcto proceso de embotellado asegurará la calidad en el desarrollo del vino durante su tiempo en botella.
Una vez que se han determinado los diferentes ensamblajes, el vino pasa a los depósitos donde se preparan con una filtración ligera que garantice la limpieza del vino durante sus años en botella. En Dehesa del Carrizal realizamos este tratamiento de manera suave, por lo que pueden aparecer posos naturales con el paso de los años. Estos sedimentos (tartratos y materia colorante) no pueden considerarse como un defecto, sino que forman parte del desarrollo del vino en botella y son síntomas de calidad.
Existen tres factores que influyen en el embotellado y que deben ser controlados en todo momento para garantizar el correcto desarrollo del proceso: higiene, control del material y ritmo constante.
La higiene es Fundamental. Los protocolos higiénicos en este proceso han de ser observados con absoluta rigurosidad, manteniendo además una elevada frecuencia de lavado.
El control del material que permanece en contacto con el vino (botellas, corcho de los tapones) tiene que ser máximo. Por ejemplo, nuestros proveedores de tapones de corcho tienen que mantener en todo momento unos parámetros de densidad y elasticidad que se revisan periódicamente para garantizar que la velocidad de evolución del vino es homogénea en cada botella. Mantener esa uniformidad en los materiales de contacto con el vino es clave para asegurar la correcta calidad de los vinos al consumidor final.
La embotelladora ha de trabajar con un ritmo constante, adecuado a su capacidad, para evitar interrupciones en el proceso que alteren los tiempos de embotellado y puedan perjudicar a la calidad del vino.
Introduce tu email para recibir información periódica.