Abril es una de las épocas más bonitas del año en las bodegas. Es época de brotación. Pronto, también el momento de eliminar manualmente las yemas que puedan perjudicar la calidad final del fruto.
Durante el invierno, la vid permanece aletargada y en reposo hasta la primavera, estación en la que, con la llegada de un clima más caluroso, todo empieza a despertar. La savia se reactiva y con ella el proceso de alimentación de las células de la vid. Tanto el aire como el propio suelo aportan mayor calor y crece el tiempo de exposición a la luz solar, lo que provoca que las yemas de la planta comiencen a hincharse y a desarrollar sus primeros brotes.
El inicio de la brotación puede variar según las condiciones climáticas, según la dureza del invierno y, por supuesto, la temperatura que se experimente durante la primavera. Por ejemplo, si se pasa un invierno suave, la brotación será más temprana, mientras que si se ha pasado por un invierno duro, este proceso tarda más en suceder.
En esta época, también se eliminan las malas hierbas y se airea la tierra para reactivar el suelo, lo que favorece el crecimiento de nuevas raíces. En un poco tiempo, las vides habrán desarrollado la totalidad de sus yemas, momento en el que se eliminan los brotes y las yemas sobrantes. Estas son las que no están bien ubicadas y compiten con los demás brotes. Asimismo, también se eliminan los brotes que puedan crear amontonamientos de hojas y racimos, ya que puede perjudicar la calidad final del fruto al tener unas condiciones de luz y ventilación menos favorables.
Es una pena que no podáis vivir con nosotros este momento tan bonito de nuestra bodega, pero si queréis ver esta época con vuestros propios ojos, anotad la fecha para el próximo año, ¡os prometemos que merece la pena!
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