El consumo moderado de variedades tintas mejora el humor
Septiembre es el mes del fin de las vacaciones de verano. Vuelve la rutina diaria, el colegio, el tráfico, los días se hacen más cortos y atrás quedan los felices días de ocio en la playa o la montaña. Son muchos los que, tras el regreso de las vacaciones, sufren la llamada depresión postvacacional. En realidad no se trata de una enfermedad, sino simplemente de un proceso adaptativo de una situación cómoda a otra que el individuo rechaza.
Por suerte, tenemos vino para afrontar estos procesos de adaptación con mejor humor. Y no se trata de un tópico: un estudio publicado en la revista Nature demuestra que el vino tinto ayuda a mejorar el estado de ánimo en individuos de la segunda y tercera edad.
El motivo es de nuevo el resveratrol, una fitoalexina que tiene multitud de propiedades, entre ellas antiinflamatorias y angiogénicas. Es decir, este componente, presente en la piel de las uvas, que previene enfermedades coronarias, alzheimer, algunos tipos de cáncer e incluso ayuda en tratamientos de fertilidad, favorece la formación adecuada de los vasos sanguíneos, lo que a su vez mejora la plasticidad de la corteza cerebral. El estudio se ha centrado en los beneficios que el revesratrol produce en el hipocampo, zona de la corteza que afecta a la memoria, el aprendizaje en personas adultas y el humor.
La investigación, en cuyo desarrollo se utilizaron ratones adultos, muestra que el tratamiento con resveratrol mejora las funciones de aprendizaje, memoria y humor.
Así que si necesitabas una razón científica para beber una copa de vino al día, ya la tienes: el consumo moderado de vino tinto mejora el humor y, por tanto, ayuda a superar satisfactoriamente la depresión postvacacional.
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