Un estudio demuestra que el consumo moderado de vino mejora los efectos beneficiosos de la práctica deportiva en el organismo
Cada nuevo año son muchas las personas que se proponen perder peso, especialmente después de pasar varias semanas cargadas de compromisos familiares y comidas con compañeros del trabajo, amigos, ex compañeros del colegio, etc. Lo habitual es coger kilos de más en diciembre y querer perderlos a partir de enero. Y es cuando se opta por realizar algún tipo de ejercicio físico. Pues bien, si a ese ejercicio se añade un consumo moderado de vino, los efectos serán aún más beneficiosos para el organismo.
El investigador checo Milos Táborský, jefe de Cardiología en el Palacký University Hospital (Olomouc. República Checa) ha publicado un estudio en el que se demuestra que el consumo moderado de vino unido a la práctica de ejercicio físico mejora los marcadores de la aterosclerosis, minimizando además el riesgo cardiovascular. La ingesta de vino, tanto el tinto como el blanco, provocó entre aquellas personas sometidas a estudio y que hacían deporte al menos dos veces por semana, un incremento de los niveles del colesterol HDL (colesterol “bueno”) al tiempo que reducía los niveles de colesterol LDL (colesterol perjudicial).
El estudio se realizó en 146 personas y se prolongó durante un periodo de doce meses. La ingesta de vino se programó cinco días a la semana. Los hombres, entre dos y dos copas y media al día. Las mujeres, entre una y dos. El 50% de los sujetos bebió vino tinto y el restante, vino blanco.
En ambos casos se demostró que el vino lograba aumentar los efectos positivos del ejercicio en el organismo de los sujetos sometidos a estudio. Es decir, que hacer ejercicio es bueno, pero es mejor si se añade un consumo moderado de vino blanco o tinto.
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